La reforma protestante y las implicaciones para nosotros

Hoy 31 de octubre recordamos uno de los acontecimientos más significativos de la historia, hablamos del aniversario 504 de la reforma protestante. Este acontecimiento es importante tanto por su impacto y logros a favor de la iglesia comprometida con las escrituras, como por la mala comprensión que en ocasiones se tiene en relación a su función, pensamientos tan superficiales, como los que consideran, que la reforma representa el inicio de a iglesia cristiana, algo que cae por su propio peso, puesto que, La Biblia presenta el inicio del cristianismo (Hch. 11:26), y su desarrollo histórico es claramente identificable hasta la futura anexión al imperio romano bajo la influencia de Constantino[1], luego de años en que el imperio atento contra el cristianismo.

A comienzos del siglo XVI la gente discutía diferentes caminos para llevar a cabo la ansiada y necesaria reforma de la Iglesia. Algunos grupos de místicos buscaban renovarla mediante su propia santidad personal. Es así como surgieron nuevas órdenes monásticas y hubo un gran desarrollo del misticismo, especialmente en Alemania. Otros consideraban un error el intento de los Papas de crear una cristiandad bajo su autoridad única como soberanos políticos de Europa, ocupando el lugar de los emperadores romanos, y lo resistían.

El precursor de los acontecimientos más marcados, sin ser el único reformador, fue Martin Lutero. El sentó las bases para que finalmente la iglesia pudiera tener un despertar al volver a la Palabra de Dios, tal como Él se revelaba, luego de siglos de abusos y practicas guiadas más por las presuposiciones de los hombres, que por la voluntad y dirección de Dios. bajo un gran oscurantismo religioso. A lo largo de la historia del mundo moderno pocas figuras despiertan reacciones tan fuertes. donde, Alemania y Europa fueron inundadas no solo de escritos polémicos sino también de imágenes impresas, dibujadas por caricaturistas o por los más grandes artistas de la época, siempre expresivas, eficaces y violentas. Interesantemente luego de ser un maestro ejemplar, luego de años de 16 años de servicio y ejemplo, al confrontar la iglesia era visto como un instrumento de satanás. Dentro de la soberanía de Dios pudo ser protegido por el príncipe Federico, el Sabio, de Sajonia[2]. “Enfasis añadido

A comienzos del siglo XVI, muchos estaban convencidos que la sociedad y la Iglesia podían cambiar si se mejoraba la educación y se promovía la piedad. Humanismo y misticismo prepararon el terrero para que se iniciara un proceso de reforma. No obstante, hacía falta un líder y una circunstancia dramática que canalizara todas estas fuerzas hacia una reforma auténtica. Muchos de los que buscaban una vida espiritual más pura, libertad del control político del Papa, y una teología más profunda, Bíblica y erudita, encontraron todo esto en la prédica, la acción, y los escritos de un monje y profesor alemán de la Universidad de Wittenberg: Martín Lutero.

Hubo causas y motivaciones que impulsaron religiosas, no solamente religiosas. La Reforma ocurrió en un contexto sacudido por importantes cambios en todas las esferas del quehacer humano en Europa occidental. Fuerzas sociales, políticas y económicas acompañaron a las motivaciones espirituales y religiosas en la dinámica de estos cambios. Estas circunstancias estuvieron presentes especialmente en Alemania a principios del siglo XVI. Entre las causas y motivaciones de carácter religioso cabe mencionar: 1) La corrupción, la simonía y los abusos del clero católico. 2) La venta de indulgencias o el negocio del perdón de los pecados. (3) La explotación de supuestas reliquias religiosas, aprovechando la superstición e ignorancia de los fieles. (4) El conflicto entre la concepción de la teología agustina y la tomista. La primera, fundada en la predestinación del ser humano, su pecaminosidad natural y su falta de libre albedrío; y, la segunda, que reconocía el libre albedrío y la necesidad de la intervención de la Iglesia, por medio de los sacramentos, para la obtención de la gracia divina. Etc. dentro de las causas socio-económicas: 1) El interés de los príncipes y de los consejos de las ciudades libres en apropiarse de las tierras poseídas por la Iglesia. 2) La necesidad de obtener ingresos para solventar los gastos de equipamiento de los ejércitos y exoneración de impuestos. 3) Terminar con el drenaje de dinero que representaban los impuestos papales, como el tributo anual denominado “dinero de San Pedro”, etc. Otras meramente sociales como reclamos de espacios propios por parte de las masas campesinas y de la incipiente burguesía urbana frente a los estamentos estancos de la estructura social feudal en decadencia, Etc.

Existe una cantidad importante del pueblo evangélico español que no ve, o por lo menos no puede percibir, la Reforma como un instrumento válido de testimonio en el siglo XXI dadas sus connotaciones históricas y su presentación dentro de un marco filosófico e intelectual. La relevancia de este hecho histórico no siempre logra trascender, en muchos casos, las aulas de clase de los seminarios y universidades o los salones de escuela dominical de las iglesias. Mirar la Reforma es conocer un poco más de la historia de nuestras raíces, pero no se ven más allá las implicaciones que tuvo y seguirá teniendo para la vida ref. y sus efectos. Ante los eventos sociales y los diferentes movimientos que se levantaron hubo un hola de misticismo y humanismo que buscaba socavar el control Papal. Un precursor del misticismo en Alemania fue Gerardo Groote (1340–1384), que tenían la intención de ir en contra de las practicas seculares que la iglesia había instaurado. Antes de Lutero, para esta época había convicciones como la de Jacques Lefèvre de Étaples (1454–1536) que expreso “No debemos afirmar nada acerca de Dios excepto aquello que declaran las Escrituras.” Según él, la Iglesia debía ser reformada abandonando el escolasticismo “formalidades religiosas” y abrazar una teología extraída directamente de las Escrituras.

Martín Lutero y su obra (1483–1546)

Nacimiento y primeros años. Lutero nació en Eisleben (Sajonia), en 1483. Su padre era un minero de cierta posición, que quería que su hijo tuviese la mejor educación posible. Para ello pagó por la formación temprana de Martín en escuelas en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach. En 1501, Lutero se enroló en una de las escuelas más prestigiosas en Alemania, la Universidad de Erfurt, donde desarrolló un pensamiento crítico del tomismo. Por una experiencia personal de gran temor al escapar de un rayo, Lutero se hizo monje agustino en Erfurt, donde hizo los votos irrevocables (1506). Allí también estudió teología bajo Juan von Staupitz (1460–1524) y fue ordenado sacerdote en 1507. Un mes más tarde, celebró su primera misa con temor y temblor, lo cual puso en evidencia una vez más el terror que sentía ante la presencia divina.

Lutero viajó a Roma por cuestiones internas de su orden y experimentó un gran desencanto al ver la corrupción que imperaba en la Curia romana. De regreso en Wittenberg, obtuvo allí su doctorado en teología en 1512 y comenzó sus lecciones sobre los Salmos. Durante los cinco años que pasó allí enseñando las Escrituras, e impactado especialmente por Ro. 1:17, llegó a la convicción de que sus esfuerzos personales (buenas obras, una vida cristiana piadosa y particularmente los sacramentos de la Iglesia) no eran suficientes para que el pecador “ganara” su salvación, sino que ésta era el resultado de la fe en la gracia de Dios. Para 1515, Lutero ya había descubierto el concepto bíblico de la salvación como un don de Dios y que la justificación sólo por la fe era el camino a la misma. Así, Lutero se dio cuenta que la fe es hija de la gracia y madre de las buenas obras, y que para ser salvo debía comenzar con el amor de Dios en lugar del temor a Dios.

Descubrió las ventas de indulgencias, la autoridad que se declaraba la iglesia de un pecador ser limpiado en el bautismo, o los pecados posteriores eran purgados después de la muerte en el purgatorio para luego ir al cielo, lo que generaba compra por los familiares de indulgencias, Un fraile dominico, Juan Tetzel (1465–1519), fue autorizado a predicar y vender esta edición de indulgencias, cuyas ganancias iban a parar a la construcción de San Pedro, por esta razón. Expresa su inconformidad con el arzobispo Albrecht de Mainz, en Magdeburgo (Alemania), incluyendo las 95 tesis para su consideración. Algunos consideran que las clavo en la pared de la iglesia, otros que simplemente envió la carta al arzobispo con los diferentes puntos teológicos que debería revisar. A este punto su intención aun no era ir contra la iglesia, pero si, que se consideraran aquellas prácticas como erradas que podrían apartar de Dios al pueblo. Lutero invitaba a debatir tres temas generales principalmente: 1) El tráfico de las indulgencias, que para Lutero era contrario a las Escrituras, inefectivo y peligroso. 2) El poder del Papa para perdonar las culpas y penas no canónicas, que Lutero negaba. 3) El carácter del Tesoro de la Iglesia, que se decía, consistía en los méritos donados por Cristo, la Virgen María y los santos para cubrir los pecados de los penitentes, que Lutero también negaba.

Lutero entrego sus análisis al cardenal Cayetano (1464–1534), un distinguido filósofo dominico. En 1518, Lutero se reunió con Cayetano en Augsburgo por tres días, sin que éste pudiera persuadirlo de abandonar sus ideas. Al año siguiente, Lutero se encontró nuevamente con teólogos católicos en Leipzig. Del lado católico estaba Juan Eck (1486–1543), el teólogo católico romano más distinguido de aquel entonces. Ni él ni sus oponentes ganaron el debate, pero Lutero puso en evidencia que ya no estaba dispuesto a seguir la opinión de los teólogos oficiales de la Iglesia Católica Romana en cuanto al significado de la Biblia y que estaba más de acuerdo con la doctrina de Juan Huss que con la de Roma. Para ese momento, Lutero estaba convencido de que sólo la Biblia y no las tradiciones religiosas o las declaraciones papales era la que determinaba cuáles eran las creencias y las prácticas religiosas correctas.

Condena y contribución de Lutero. En 1520, Lutero fue condenado como hereje y declarado proscrito por una bula del papa León X (Exsurge domine). En 1521 (abril) Lutero fue citado para presentarse en Worms ante la Dieta (Asamblea Legislativa del Sacro Imperio), en la que estuvo presente el emperador Carlos V y las figuras más importantes del Imperio. La Dieta le amenazo para retractarse de sus enseñanzas y escritos, lo cual Lutero se negó a hacer. La Dieta terminó colocándolo bajo el bando, lo cual significaba que Lutero quedaba fuera de la ley y cualquier príncipe cristiano podía arrestarlo y matarlo sin por ello cometer un delito penado por la Iglesia. Es así que expresa sus memorables palabras: Si no me convencen mediante testimonios de las Escrituras o por un razonamiento evidente (puesto que no creo al Papa ni a los concilios solos, porque consta que han errado frecuentemente y contradicho a sí mismos), quedo sujeto a los pasajes de las Escrituras aducidos por mí y mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme de nada, puesto que no es prudente ni recto obrar contra la conciencia … ¡Que Dios me ayude!”[3]

Mientras el papa León X evaluaba el riesgo de condenar a Lutero como hereje, su trabajo literario en Wartburgo fue intenso, destacándose la traducción del Nuevo Testamento al alemán popular (publicado en setiembre de 1522). La traducción de la Biblia entera no quedó completa sino hasta 1534, y fue su mayor contribución ya que la hizo accesible a muchas más personas, al tiempo que influyó notablemente en el desarrollo de la lengua alemana. Además, fue en Wartburgo donde Lutero se dedicó a escribir una serie de panfletos y tratados, en los que convocaba a una reforma de la Iglesia. Lutero pudo llevar a cabo su labor de reformador en Wittenberg, sin enfrentar mayores dificultades. Contó con el respaldo del príncipe elector de Sajonia, Federico el Sabio, y pudo continuar su obra tranquila en Sajonia, hasta morir en paz. Además, la guerra entre Carlos V y Francisco I de Francia, y la amenaza permanente de los turcos, obligaron a Carlos V a suspender su persecución de Lutero, y éste pudo organizar mejor su labor de reforma.

Las enseñanzas de Lutero viajaron rápido y llegaron lejos. Bajo su influencia el rey de Dinamarca comenzó a reformar la Iglesia en su reino, que en pocos años se transformó en la primera nación luterana (1523). Varios otros reinos del norte de Europa adoptaron la fe luterana y establecieron a la Iglesia Luterana como oficial. Suecia se hizo luterana en 1527 y Noruega en 1537. En Prusia, el príncipe Alberto de Brandeburgo (1490–1568), que era gran maestre de la orden de los Caballeros Teutónicos, secularizó en su provecho propiedades de la Iglesia Romana y creó así un poderoso baluarte luterano en el llamado Ducado de Prusia, desde el cual expandió el movimiento luterano en las comarcas ribereñas del Báltico. Para mediados del siglo XVI el Báltico era un “lago luterano”

En 1530 la Dieta de Augsburgo les dio a los protestantes el derecho de ser oídos. Se presentaron tres declaraciones de fe, siendo la más larga la presentada por los luteranos, que había sido redactada rápidamente por Felipe Melanchton, el “educador de Alemania,” con la aprobación de Lutero. En esta declaración, conocida como la Confesión de Augsburgo, Melanchton procuró reducir al mínimo las diferencias con los católicos, y llegó a ser la declaración oficial de la fe luterana. La Confesión evitaba cuestiones controvertidas como el Purgatorio, la transubstanciación y el sacerdocio de todos los creyentes, pero afirmaba vigorosamente la doctrina de la justificación por la fe, defendía la entrega de la copa a los laicos, rechazaba el celibato obligatorio del clero y atacaba el poder temporal de los eclesiásticos. En los últimos años de su vida, sin embargo, esto no significa que todas sus enseñanzas fueron siempre acordes, pues tenía sus raíces en el catolicismo y aunque entendió la necesidad de reformar, no siempre fue consiente de las áreas que debía enfatizar, tuvo actitudes contrarias a otros reformadores como Zuinglio, se conformó con algunas prácticas de la iglesia católica, tenía algunas tendencias antisemitas “hostilidad hacia los judíos” y otras declaraciones que hoy día vemos tomar forma por el compromiso de las escrituras de muchos hombres

Años más adelante a Lutero y Zuinglio. Aparece este reformador Juan Calvino, creía que en tanto que la iglesia debía ser espiritualmente independiente del estado, sus asuntos deberían ser llevados por las autoridades civiles, que debían ser cristianas. Calvino experimentó su idea en Ginebra (Suiza). Calvino fue un teólogo sistemático, como es evidente en su «Institución de la Religión Cristiana». Junto con LUTERO, enseñó contra el catolicismo romano que una persona se salva solo por gracia, solamente por fe y solamente por la Escritura, solo por Jesucristo y solo a Dios la gloria. A diferencia de Lutero, Calvino rechazó la presencia física de Cristo en la cena del Señor “Transmutación” como otras enseñanzas, pero todo este trabajo fue suficiente para recordar, la destrucción de la hegemonía papal, el empoderamiento social en diferentes niveles de la época, y la libertad que se empezó a disfrutar de la fe, apelando directamente a la Palabra de Dios.[4]Enfasis añadido” En los últimos años hubieron personas que entendieron las advertencia de la iglesia católica, sobre la lectura individual de las escrituras, que es parte de la reformación, pero como R. C. Sproul señala, no se trata de que las personas le den una nueva interpretación, sino de que tengan acceso a comprender y estudiar por si mismos la Palabra de Dios considerando, como demanda la biblia, las enseñanzas que escuchar (Hch. 17:11, Jn. 5:39)[5].

Recordar esta fecha, no se trata únicamente de ver los esfuerzos de los hombres que fueron claves para que la iglesia pueda volver a funcionar guiándose solo por la Palabra de Dios, nosotros debemos estar consientes de que el enemigo intentara de otras maneras desviar el compromiso con la Palabra de Dios, lo vemos en las filosofías del relativismo o subjetivismo, la llamada libertad religiosa, que da lugar a herejías. El lenguaje incluso, etc. Debemos permanecer fieles como nos enseñan las escrituras para presentar claramente cuál es la visión de Dios ante esta y otras ideas que se levantan (1 P. 3:15), si bien la reforma ya se realizó, velar fervientemente por guardar la integridad de las escrituras y practicas de la fe, es trabajo de todos nosotros como creyentes, sin amedrentarnos de quienes lo promuevan.

Nota del editor: Este es un fragmento del libro (Historias del Cristianismo: las Reformas de la iglesia 1500-1750. Ediciones del Centro, 2008.) Escrito por Pablo A Deiros.


[1] Gonzales, Historia del Cristianismo. Tomo I pp. 59.

[2] Mario Miege, Martin Lutero: La Reforma Protestante y el nacimiento de las sociedades modernas. Pp. 19

[3] Mario Miege “Mario Miege, Martin Lutero: La Reforma Protestante y el nacimiento de las sociedades modernas”. pp. 85.

[4] A. Matter, George, Diccionario de creencias, religiones, sectas y ocultismo pp. 101.

[5] R. C. Sproul, ¿Como estudiar e interpretar la Biblia? pp. 32-34.

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