Uno de los aspectos más difíciles con los que el hombre se encuentra al hablar de Dios, es al tratar con la correcta comprensión acerca del Espíritu Santo. Tanto su posición y persona como Dios, su obra y la manera como se ha manifestado desde el inicio hasta la actualidad. Una correcta comprensión sobre la persona y obra del Espíritu Santo, es vital, puesto que, es aquel que la Biblia asegura, mora en el creyente 1( Co. 6:19), con una gran diferencia en su trato con el creyente en el A. T. con relación al N. T. Algo que genera una gran confusión el día de hoy, lamentablemente, muchos al pensar en El Espíritu Santo están actuando de manera casi exclusivamente metafísica, porque el trato o conocimiento está lleno de pensamientos especulativos más que Bíblicos y produciendo una experiencia que deja muy poco que desear, al estudiar las escrituras.
Las diferentes interpretaciones tocantes al Espíritu Santo han dividido incluso iglesias cuando se trata de señalar factores como: ¿Cómo es la vida de una persona dirigida por El Espíritu Santo, cuales aspectos teológicos y prácticos deben ser considerados? y ¿Cómo es la manifestación de alguien revestido del poder del poder del Espíritu?, entre otros… Para entender más hemos de preguntarnos ¿Qué dice la Biblia sobre El Espíritu Santo, las declaraciones sobre la manifestación y obra del Espíritu en el A. T.? y ¿Como la iglesia lo ha comprendido desde sus inicios?, además, ¿cómo ha sido esta manifestación en el nuevo pacto?,
La persona del Espíritu Santo
La Biblia nos enseña que El Espíritu Santo es la tercera persona de la tri-unidad, incorpóreo, sin rasgos específicos definidos (Mt. 3:16-17, 28:19-20), siendo Dios mismo existe en una pluralidad única (Gn. 1:26, Sal. 139:7-10), Siendo al mismo tiempo, un único Dios indivisible (Dt. 6:4-5, 1 Ti. 1:17). Para una definición más teológica. Básicamente su nombre es Espíritu. El calificativo “Santo” se agrega al nombre. La palabra castellana “espíritu” viene del latín “spiritus”. En el A. T., la palabra hebrea es (ר֫וּחַ -ruach). Este vocablo originalmente significaba aliento y, aparece unas 370 veces en el A. T. Ej. espíritu (Gn. 2:7, Ez- 37:5). Y 385 veces en el N. T. de las cuales 244 hace referencia al Espíritu Santo. La palabra griega que se traduce como “espíritu” es pneuma. Su significado es similar. El adjetivo “Santo,” los vocablos hebreo y griego que se utilizan respectivamente en el Antiguo y Nuevo Testamento llevan la idea de separación.[1][2]
La Biblia nos presenta claramente la persona y obra del Espíritu Santo y sus cualidades exclusivas que lo identifican como Dios mismo, puesto que, Como Dios. El Espíritu Santo crea (Gn. 1:2, Job 33:4), Es Omnipresente (Sal. 139:7-9), Tiene voluntad (1 Co. 12:11, Hch. 16:7), Es eterno (He. 9:14), Es omnisciente (1 Co. 2:10), Puede ser contristado (Is. 63:10, Ef. 4:30), Enseña (Sal. 143:10, Jn. 16:13), capacita dando dones a los hombres (Ex. 35:30-35, 1 Co. 12:1-13). Etc. Todas estas declaraciones presentan claramente la persona y obra del Espíritu Santo desde el inicio de la creación. Creo como señala el credo niceno que «El Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, que procede del Padre y del Hijo y que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria» claramente, tanto su persona como su obra fue siendo revelada paulatinamente, según los propósitos y planes eternos de Dios como señala Pablo (Ef. 3:5), En palabras de Ryrie, Charles Caldwell, encontramos algunas verdades de su ministerio
Los eruditos no están de acuerdo sobre si el Espíritu Santo logró el ministerio interno de “regeneración” y “morada” dentro de los israelitas de manera individual en la era del Antiguo Testamento. El ministerio externo del Espíritu Santo prevaleció en el Antiguo Testamento, donde el Espíritu de Dios otorgó a las personas una extraordinaria capacidad de liderazgo, habilidad militar y destreza. A pesar de esto, El ministerio del Espíritu Santo con las personas en los tiempos del Antiguo Testamento no era igual de lo que ha sido desde el día de Pentecostés. El Señor aclaró bien que sería diferente después de Pentecostés (Joel. 2:28-29). Cristo, repetidamente habló de la “venida” del Espíritu (quien ya estaba presente) en Su conversación con los discípulos en el aposento alto (Juan 15:26; 16:7–8, 13). Esto indica que el Espíritu estaba obrando en ese entonces y que Su obra tomaría un carácter diferente después de Pentecostés.[3]
Identificando errores, relacionados al Espíritu Santo
Lamentablemente cuando se habla Espíritu Santo, especialmente en el último siglo, algunos solo piensan en su manifestación mediante la manipulación voluntaria de los dones espirituales, otros en la manifestación del poder sobre espíritus, el carácter o incluso otros creyentes, O meramente como una unción que hace que aquel que la posea puede hablar lo que desee, aun en contra de las escrituras y sus palabras han de ser tomadas como la de los apóstoles sin cuestionamientos. Otros lo manipulan como si fuera una fuerza o energía que lanzan a su antojo. Todas estas son comprensiones erradas sobre lo que realmente Es Espíritu Santo es y desea obrar en el creyente. Estas tienen cierto grado de verdad, pero como se ha dicho, una verdad a medias, es una mentira doble, Ej. (Gn. 3:1; Mt. 4:6)
A pesar de la promesa de Dios acerca del nuevo pacto que haría con su pueblo (Je. 31:31), el cual, incluiría una relación nueva y más personal en medio de todo su pueblo mediante, el nuevo trato caminar con El Espíritu Santo con su pueblo (11:16-20, 36, Jl. 2:28-29), desde el ministerio de Cristo, ha habido oposición a la persona, obra y misión del Espíritu en el cumplimiento del tiempo. A pesar de ser Cristo como El Mesías prometido (Is. 53, Mt. 1:18-23, Jn. 4:24-26), su ministerio presento mucha oposición de aquellos religiosos que no aceptaban y no querían entendían como seria la nueva relación Dios-Hombre que El Mesías venía a instaurar (Lc. 3:16), haciendo que estos llegaran incluso a blasfemar contra El Espíritu Santo (Mt. 12:24, 31; Lc. 11:15). Aún después de su victoria sobre la muerte por El Espíritu (Ro. 8:11), Aun los discípulos enfrentaron lucha contra falsas enseñanza (Ga. 1:6-9), ha habido muchas falsas declaraciones heréticas sobre su persona y obra tal como se muestras en las escrituras. Una herejía es cualquier doctrina o creencia que, si bien es sostenida por un adherente profesante, está en oposición con las pautas de verdad reconocidas y aceptadas, Es la negación de una doctrina definida de la fe cristiana u opuesta a las sagradas escrituras.[4]
Dentro de estas enseñanzas podemos resaltar: 1. Sabelianismo o Modalismo: Su precursor Sabelio promovió en la primera mitad del siglo III esta idea de que no hay tres personas en la deidad, sino que es un ser que ha ido cambiando o transformándose y manifestándose a la humanidad siendo uno. Defendía un monoteísmo en un Dios manifestado que ahora finalmente opera espiritualmente.[5] 2. Subordinacionimos: Con este nombre genérico se designan dos herejías antitrinitarias: a) el arrianismo, que subordina el Hijo al Padre, y b) el macedonianismo, llamado así del patriarca de Constantinopla Macedonio hacia 370 D.C., que subordina el Espíritu Santo, no sólo al Padre, sino también al Hijo, haciendo del Espíritu Santo una criatura del Verbo. A los macedonianos se les llamó también «pneumatómacos», del gr. pneumatómajos = el que lucha contra el Espíritu (de pneúma = espíritu y májomai = luchar).[6] 3. Triteismo: Doctrina según la cual hay en Dios no sólo tres personas, sino también tres esencias, tres sustancias y tres dioses distintos. Cayeron en este error algunos seguidores del monofisismo* tardío, como Juan Ascunages y Juan Filópono, por no acertar a concebir tres personas en un solo ser individual.[7] 4. La Neoortodoxia: Es un movimiento del siglo veinte surgido de la teología de Karl Barth (1886–1968). niegan la personalidad distintiva del Espíritu, y afirman Su deidad sólo al representarlo como una manifestación divina de Dios. Consideran al Espíritu Santo más como una actividad de Dios que como una persona de la Deidad. Es también conocido como Modelista.[8]
Estas y otras corrientes han sido parte de las principales enseñanzas erradas que se han levantado a lo largo de la historia, distorsionando las enseñanzas sobre la persona y obra del Espíritu Santo. También actualmente se pueden identificar algunas denominaciones, religiones y sectas que han dado lugar algunos de estos principales postulados enseñando una imagen distorsionada del Espíritu Santo. En este grupo se encuentra:
1. La secta de los testigos de Jehová, Para los cuales El Espíritu Santo solo es una fuerza o influencia, admiten que Jesús nació de una virgen, pero sostienen que él no es Dios. Jesús nació por medio del poder santo de Dios. Ellos creen que el Espíritu Santo es una fuerza activa, no un miembro de la Trinidad, argumento que sostienen porque este término no se encuentra en las escrituras.[9]
2. El pentecostalismo: Coloca la experiencia personal del Espíritu Santo como señal de la condición de ser cristiano. Enfatiza el bautismo del Espíritu como una segunda obra de la gracia para la investidura de poder, y promueve el regreso a la experiencia de todos los dones que se dieron en los tiempos del Nuevo Testamento… El Espíritu Santo tiene connotaciones divididas, se ve como una influencia controlada por autodenominados apóstoles modernos, El Espíritu puede morar y dejar de morar en una persona que ha sido salvada, según la vida que viva, etc.[10]
3. La secta de los mormones: Plantean que tanto El Padre como El hijo poseen un cuerpo físico, lo que implica que el nacimiento de Jesús no fue por la obra del Espíritu Santo, de quien tampoco reconocen su deidad, sino más bien, por la unión directa entre Dios y María…[11] Y otras que hacen planteamientos peyorativos acerca de la persona y obra del Espíritu Santo.
Ante la presencia de estos postulados las iglesias comprometidas con las sagradas escrituras nos hemos mantenido firme, velando por la integridad de las enseñanzas Bíblicas, se han hecho concilios Nicea (325), Constantinopla (381), Éfeso (431), Calcedonia (451), etc. También se han realizado reformas siendo una de las más notorias la reforma de la reforma del siglo XVI.
Diferencias Bíblicas de la obra del Espíritu Santo en el Antiguo y Nuevo pacto
Ya se ha definido Bíblicamente anteriormente que, El Espíritu Santo es Dios mismo, representado en la tercera persona de la trinidad (Mt. 28:19-20). Al considerar las declaraciones que Dios mismo hace sobre un pacto antiguo y uno nuevo (Je. 31:31-35, Ez. 11:16-20, Is. 61:1-3, Jl. 2:28-29), podemos concluir que hubo un trato de una manera en el A. T. y otro que se desarrolló en el N. T., la intención es que identifiquemos cuáles son esas diferencias, para que no se confunda el ministerio actual del Espíritu Santo, sin hacer una correcta distinción en las enseñanzas que la Biblia nos presenta en la economía de la revelación del evangelio (Ef. 3:5).
Dentro de las actividades compartidas que la Biblia nos señala en ambos pactos podemos señalar que, en ambos pactos Dios da dones a los hombres para el servicio y edificación dentro de su pueblo (Ex. 35:30-35, 1 Co. 12:11), estos dones eran dados a personas que eran directamente escogidas por Dios, tal acción es evidentes en ambos pactos (Nm. 11:16, Hch. 13:2, Ef. 4:11-12), La Biblia asevera que, El Espíritu Santo en ambos pactos otorga sabiduría y entendimiento aquellos con los que comparte (Job 32;8, Jn. 16:13), etc.
Cuando se señala la obra del Espíritu exclusiva en el A. T. Desde el primer capítulo de Genesis se puede identificar al Espíritu Santo
1. Siendo parte de la creación del mundo (Gn. 1:2), algo que más adelante el salmista recibe por revelación (Sal. 104:30), esta obra es exclusiva de Dios y no solamente en participa en la creación del mundo material, sino en la vida misma junto a Dios (Gn. 1:26).
2. En cuanto a la naturaleza de su obra también es particular en el antiguo pacto, ya que, con relación a las personas, a. El Espíritu Santo no moraba en todo el pueblo sino solo en los lideres (Nm. 11:16-17), pudieran ser sacerdotes, reyes, jueces, profetas, etc. Tal como lo vemos con Josué (Nm. 27, Jos, 1), El rey Saul (1 Sa. 16:14.15), Balaam (Nm. 24:2), David (1 Sa. 16:13), etc. Este era un privilegio que Dios concedía exclusivamente a los lideres para que dirigieran al pueblo y para que realizaran alguna obra en particular (Nm. 11:18, 1 Sa. 10:10, Jue. 3:10, 15:4), b. El Espíritu podía ser removido de los líderes, cuando vemos al salmista preocupado por su comunión con Dios luego de haber pecado dice (Sal. 51:11 No quites de mi tu Santo Espíritu), Saul luego de perder la comunión con El Espíritu de Dios, vino un espíritu malo que lo atormentaba (1 Sa. 16:14), claramente El Espíritu compartía con y sobre aquellos que escogía (Sal. 34:7), pero esa relación no era continua, sino que venía con un propósito particular.
Al considerar estas enseñanzas vemos el trato de Dios con el pueblo un tanto impersonal y exclusivo, puesto que, su interacción no era para con todo el pueblo, lo que en ocasiones hizo que se desentendiera de ellos, atribuyendo la responsabilidad sobre el líder tal como lo hizo con Moisés cuando ellos levantaron la imagen del vecero de oro (Ex. 32:7. 11). Pero todo esto iba a cambiar. Vemos la promesa del Espíritu para todo el pueblo, ejemplo tanto para con El Mesías (Is. 61:1-3), también se promete para el pueblo que pusiera en El, su mirada por fe (Is. 44, 59, Ez. 11:16-20, 36, Jl. 2:28-29).
3. La obra del Espíritu Santo, estaba limitada dentro del pueblo hebreo (Am. 3:2).
La nueva relación espiritual en el nuevo pacto tiene un punto de partida tanto en la concepción del Mesías por El Espíritu Santo (Mt. 1:18), que apuntaba al momento de su bautismo como testimonio público de la nueva relación que Dios iba a comenzar a instaurar para con sus hijos (Mt. 3:16-18). Así, vemos a Jesús como ungido y rey (Mt. 12:13-21), Él se veía como rey (Lc. 4:16-21) Luego de la obra vicaria de Cristo, El Espíritu Santo se involucra en la salvación y regeneración de la persona, tal como lo presenta el apóstol Pablo a la iglesia de Éfeso, El Padre llama (Ef. 1:4), el hijo redime (Ef. 1:7) y El Espíritu Santo sella (Ef. 1:13-14). Todo este comienza al realizar el cumplimiento de la promesa hecha en (Jl. 2:28-29) el día de pentecostés en (Hch. 2:1-13), esto también es parte de lo que abriría la nueva relación con el pueblo, lo cual Jesús enseño (Jn. 3:31-35). Mientras que en la era del Antiguo Testamento la presencia del Espíritu Santo se limitaba a reyes, jueces, profetas, artesanos y algunos otros, ahora, en el Nuevo Testamento, abarca a todos los que confiesan a Cristo como salvador, sin distinciones sociales, raciales, de edad o de género (Joel 2:28–32; Hechos 2:1–40).[12]
En el nuevo pacto entonces vemos:
1. Que la relación y manifestación del Espíritu Santo ya no es solo con los lideres del pueblo sino para todo aquel que cree (Hch. 2:38), Ya no habría distinción de posición ni liderazgo, sino que todo aquel que creyera seria salvado (Jn. 1:12-13),
2. El Espíritu Santo había extendido su ministerio a todos los gentiles tal como se había prometido al pueblo hebreo (Gn. 12:1-3, Ef. 2:1-3, Hch. 10), La promesa abarcaba un llamado abierto para todo aquel que creyera (Jn. 3:16-18),
3. El Espíritu Santo ya no solo estaría con los creyentes, sino que moraría continuamente en los creyentes (1 Co. 3:16, 6:19), antes de su partida Jesús señalo que estaría en los creyentes y moraría con los creyentes (Jn. 14:17), lo cual, ahora es cumplido al momento de creer (Hch. 2:38), hasta el dia de nuestra redención.
4. El Espíritu Santo, ya no tendría una experiencia momentánea con los creyentes, sino que mora con ellos para siempre (Ef. 1:13-14), aunque el pecado puede contristar al Espíritu (Ef. 4:30), por la obra de Cristo se nos ha asegurado una relación continua y permanente con El. Ya no es como el A. T. donde venia y se iba, ahora permanece con nosotros para siempre, Una vez que hemos sido salvados.
5. Mediante la nueva relación con Dios, todo el creyente tiene un conocimiento personal de Dios (Jn. 8:32, 16:7-13), no son necesarios los líderes para tener un conocimiento personal de Dios, de primera plana, aunque ciertamente fueron instituidos por Dios para ese propósito (Ef. 4:11-13), sino que, El Espíritu Santo quien opera la fe en el Corazón (Fil. 2:13), y conoce aún lo más profundo de Dios, va a manifestarnos el conocimiento y la voluntad del Señor para cada uno (1 Co. 2:11-16), al mismo tiempo nos consuela y certifica si estamos en la comunión con Dios (Jn. 14:16, 26; Ro. 8:16).
La comprensión de estas diferencias ayuda a conciliar la diferencia en doctrina de la Pneumatología y la soteriología, por citar un ejemplo, al contrastar las declaraciones del salmista quien pide la retención del Espíritu (Sal. 51:11), estas verdades llevan al creyente a comprender, el trato privilegiado que se nos ha dado mediante la obra expiatoria del Mesías. Es permanente y no debe ser visto de la misma manera que se lee en el A. T. a como lo vemos, luego de la obra de Jesucristo. Sin embargo, si necesitamos diferencias la obra del Espíritu Santo, según lo que la Biblia nos enseña y lo que muchas personas en ocasiones engañadas, sugestionadas o mal intencionadas creen, sobre lo que Es, El Espíritu Santo y como hemos de entender su trato con nosotros.
Comprender las diferencias en el trato de Dios para con su pueblo y la economía en el ministerio del Espíritu Santo, es tanto importante como esperanzador, Ciertamente El Espíritu Santo realiza una gran parte de las actividades que realizaba desde el principio porque, como Dios no cambia. Sin embargo, dentro de los planes eternos y las bendiciones que traería el Mesías para los que creyeran en El, El Padre determino tener una relación más personal para con sus hijos y manifestarse a cada uno tal como lo hizo al inicio de la creación, también es motivo de gratitud que, a pesar de nuestras debilidades ahora, podamos experimentar una relación no solamente personal, sino también, tener seguridad eterna de que estaremos siempre con El Señor. Ahora nos toca velar y permanecer fieles a las enseñanzas Bíblicas, para mantener en alto la verdad que libertad y que siempre intenta ser opacada por las artimañas del error. No permitamos que pase un día más, con una percepción errada sobre El Espíritu Santo de Dios, y conozcámosle personalmente como se ha revelado, en las escrituras.
Bibliografía
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Taylor, Richard S. “Diccionario Teológico Beacon”. Kansas City, Missouri 64109 USA: Casa Nazarena de Publicaciones, 1984.
[1] Deiros, Pablo A., El Espíritu Santo hoy pp. 322.
[2] Luis Berkhof, “Teología Sistemática” pp. 111.
[3] Ryrie, Charles Caldwell, Teología Básica pp. 386.
[4] Deiros, Pablo A., “Diccionario Hispanoamericano de la misión” pp. 232.
[5] Buswell, J. Oliver, Jr., Teologia Sistematica Tomo I pp. 111.
[6] Lacueva, Francisco, “Diccionario Teológico Ilustrado” pp. 556.
[7] de Andrade, Claudionor Corrêa, “Diccionario Teológico: Con un Suplemento Biográfico de los Grandes Teólogos y Pensadores” pp. 292.
[8] Ryrie, Charles Caldwell, Teología Básica pp. 447.
[9] June Hunt, 100 Claves de consejería pp. 195.
[10] Taylor, Richard S., “Diccionario Teológico Beacon” pp. 257.
[11] June Hunt, “100 Claves de consejería” pp. 66.
[12] John D. Barry, “Diccionario Bíblico Lexham” pp. 472.